- Con 440 personas inscritas, las XXIV Jornadas de Igualdad de Portugalete, celebradas los días 24 y 25 de octubre, revalidaron su papel como uno de los principales espacios de encuentro, reflexión y debate feminista del País Vasco.
- En la inauguración, la alcaldesa María José Blanco subrayó el compromiso histórico del municipio con las políticas feministas y alertó sobre el negacionismo de la violencia de género como amenaza para los derechos de las mujeres.
- La primera jornada reunió a la Secretaria de Estado de Igualdad, María Guijarro, que reflexionó sobre los cimientos patriarcales del Estado moderno; a la socióloga Elisa García, que analizó el auge del neomachismo entre la juventud; y a la comunicadora Ana Goitia, que abordó la gordofobia y reivindicó la diversidad corporal como un derecho.
Portugalete, 28 de octubre de 2025. Con 440 personas inscritas, las XXIV Jornadas de Igualdad de Portugalete, celebradas los días 24 y 25 de octubre, revalidaron su papel como uno de los principales espacios de encuentro, reflexión y debate feminista del País Vasco. La inauguración de las Jornadas corrió a cargo de María José Blanco, alcaldesa de Portugalete; Miren Elgarresta, directora de Emakunde–Instituto Vasco de la Mujer; y Teresa Laespada, diputada Foral de Empleo, Inclusión Social e Igualdad.
En su intervención, Blanco subrayó que “estas jornadas son la expresión de un camino que Portugalete lleva recorriendo hace más de cuatro décadas. Un camino que comenzó en los años 80 cuando hablar de políticas feministas en las instituciones era todavía un acto de valentía y de convicción”. Terminaba su discurso alertando: “debemos mantenernos firmes y vigilantes frente a la amenaza de un negacionismo de la violencia de género que, animado desde la extrema derecha, pretende la ruptura de consensos sociales y políticos y el retroceso en los derechos de las mujeres allí donde gobiernan”.
Responsabilidad de Estado, neomachismos y gordofobia, abren las jornadas
María Guijarro, Secretaria de Estado de Igualdad y para la Erradicación de la Violencia contra las Mujeres, ofreció una reflexión sobre los cimientos del Estado moderno desde una perspectiva feminista. Partiendo del contrato social como acuerdo entre personas libres e iguales, Guijarro subrayó que esa narrativa fundacional fue cuestionada desde sus orígenes por el pensamiento feminista al evidenciar que las mujeres y los grupos marginados quedaron excluidos de ese pacto de ciudadanía. Y recordó que bajo la apariencia de neutralidad del Estado se oculta un pacto implícito entre hombres para asegurar el control sobre la vida y los cuerpos de las mujeres, legitimando así la desigualdad de poder en todos los ámbitos.
Elisa García, profesora y doctora en Sociología de la Universidad Complutense de Madrid, alertó sobre el crecimiento del antifeminismo y del negacionismo de la violencia machista entre los adolescentes españoles. “Uno de cada cinco varones jóvenes cree que la violencia de género es un invento ideológico, y un 44 % considera que la igualdad ha ido demasiado lejos”, apuntó. Después de cinco años de investigación sobre la manosfera —red de comunidades digitales misóginas—, explicó su funcionamiento como una “tecnocultura tóxica” que se alimenta de algoritmos y modelos de negocio basados en la atención y el odio, lo que facilita la radicalización de los jóvenes y la difusión de la misoginia en redes.
Ana Goitia, directora de televisión, humorista e influencer de moda, ofreció una entrevista tan divertida como contundente sobre uno de los estigmas más extendidos y silenciados: la gordofobia. Con su estilo directo y cercano, denunció el rechazo social hacia los cuerpos grandes y defendió que “la diversidad corporal no es una excepción, es un derecho”. La comunicadora señaló que la gordofobia está profundamente interiorizada en la sociedad, incluso entre quienes la sufren, y advirtió sobre el daño psicológico que provocan los juicios y consejos disfrazados de preocupación por la salud. Goitia cerró su intervención con un mensaje rotundo: “Acepta tu cuerpo tal y como es. Hoy, no mañana”.
Tres seminarios simultáneos abordan claves feministas para el cambio social
Las Jornadas, moderadas por Noemí Pastor, perteneciente a la Comisión Mixta de Igualdad de Portugalete, llegaron a su fin el sábado, 25 de octubre, con la celebración de tres seminarios simultáneos.
Beatriz Izquierdo, licenciada en Derecho y especialista en Derecho Penal, Criminología y Derecho Penitenciario, abordó en su seminario los riesgos que enfrentan niños, niñas y adolescentes en Internet y la responsabilidad de las personas adultas frente a ellos. Izquierdo insistió en que entregar un dispositivo a un o una menor sin explicarle los riesgos es una forma de desprotección. En su intervención, explicó que muchos comportamientos habituales entre menores —como compartir imágenes íntimas o crear perfiles falsos— constituyen delitos, e hizo hincapié en la importancia de conocer la Ley Orgánica de Responsabilidad Penal del Menor. La ponente abogó por la necesidad de una educación afectivo-sexual reglada que enseñe consentimiento, autocontrol y autoestima.
Marta Dolado, responsable del Servicio de Asesoría Jurídica de Auzolan e integrante del Grupo de Mujeres Letradas del Colegio de la Abogacía de Bizkaia, explicó cómo muchas menores institucionalizadas utilizan las redes digitales para buscar afecto y reconocimiento, lo que les expone a agresores que se aprovechan de su fragilidad emocional. Dolado recordó que, según la ONU, 370 millones de niñas vivas han sido agredidas sexualmente en algún momento de sus vidas; y que tanto la ONU como Amnistía Internacional alertan de la violencia sexual como arma de guerra. Para concluir, advirtió que en la pornografía infantil es extremadamente difícil identificar a los agresores, ya que operan ocultos en las redes digitales.
Las psicólogas Nora San Sebastián Ballestero y Joana Portal Escarcena, junto a Leire Serrano Alberdi, fundadora del Espacio Regadera y directora del espacio comunitario La Huerta, centraron el debate en la violencia vicaria, una de las formas más crueles de violencia machista en la que el agresor utiliza a los hijos, hijas o incluso a las mascotas para seguir infligiendo daño emocional a la mujer. Denunciaron que las propias leyes y prácticas judiciales amparan muchas veces estas dinámicas, priorizando los derechos del maltratador por encima del bienestar de las víctimas. Las expertas desmontaron la falsa creencia de que el divorcio pone fin al maltrato: tras la separación, explicaron, la violencia puede intensificarse o transformarse, sostenida por un sistema judicial patriarcal.










